Reconstruyendo el conocimiento

mayo 15, 2023

“No podemos preparar a nuestros alumnos para que construyan mañana el mundo de sus sueños, si nosotros ya no creemos en esos sueños; no podemos prepararlos para la vida, si no creemos en ella; no podríamos mostrar el camino, si nos ven sentados, cansados y desalentados en la encrucijada de los caminos.” 

Celestine Freinet

Aún recuerdo esas mañanas en el aula, aún la recuerdo a ella, tan cálida, enseñándome con el juego, mostrando el conocimiento, pero también promoviendo la autonomía, la libertad de la espontaneidad y trabajando en equipo, validando las fortalezas de todo el grupo, siendo empática con las emociones y vivencias así es como recuerdo un poco de ella, estoy segura que todas y todos tuvimos un docente que nos inspiró y nos hizo creer, tanto como lo hizo ella en mí. 

Y es que los y las docentes son una parte importante en la vida de las niñas y los niños, donde sienten que el aula es un lugar seguro, pero ¿Qué sucede cuando estas figuras y estos lugares no son suficientes para brindar seguridad física, emocional y social? No olvidemos que estos agentes no pueden lograrlo solos, se necesita de una familia, así como el contexto sociocultural en el que se desarrolla, entonces ¿Por qué dejar estos cambios solo en manos de ellos y ellas? ¿Cómo logramos que también vean el trabajo propio como un lugar que les brinde seguridad? Donde sientan que hay una corresponsabilidad en la educación, puesto que los ambientes escolares están dejando de ser seguros, para profesores, infancias y adolescencias, es momento de concientizar lo que estamos dejando a futuras generaciones. 

Las políticas públicas educativas deben proporcionar a docentes herramientas para afrontar situaciones emocionales y sociales que pueden llevar en su propia vida y después modelarlo en los grupos que atienden; puesto que nadie está exento de pasar situaciones adversas, la UNESCO (2020) recomienda incluir las habilidades socioemocionales en los programas de formación inicial docente, en la práctica de la docencia y en los programas de desarrollo profesional, esto es importante pues se debe ampliar el vocabulario emocional, así cómo promover espacios de diálogo entre expertos y docentes que permita crear una red de aprendizaje y reconocimiento para entender a las y los demás así como su entorno, pues las emociones y la cognición están ligadas; si ellos y ellas tienen un manejo de estas así cómo un reconocimiento y gestión, los buenos tratos, los pensamientos creativos y el autocuidado, los niños y niñas pueden replicarlo en la cotidianeidad de la vida.

La sensibilización a estos temas podría ampliar el vocabulario emocional, pues como señala Carpena (2013) “atender la conducta sin entender la emoción es como atender la fiebre sin querer saber su causa” (p. 74) esta puede ser una estrategia para reducir índices de acoso escolar, estrés, dificultades en el aprendizaje, ansiedad, no solo en alumnos y alumnas también en los docentes, esto con el fin de tener una mejor y mayor preparación para afrontar retos en la vida personal y profesional; esto se reconoce como un factor determinante para reducir y prevenir un estado de agotamiento físico y emocional, para mantener y fortalecer la vocación. 

No se trata de generar y trasmitir información teórica sobre estos temas, sino de construir experiencias de autoconocimiento y convivencia que generen la inteligencia emocional permeando las relaciones cotidianas, así como los estilos, los ritmos y las metodologías de los procesos de enseñanza- aprendizaje pues se favorece en la esfera social, emocional, conductual y psicológica de la persona; la educación emocional resalta Extremera y Fernández-Berrocal (2004) ayuda a afrontar con mayor éxito los problemas cotidianos y el estrés laboral al que se enfrentan los docentes en el contexto educativo, pues esta es una condición necesaria en el rol que se desempeña y los beneficios son para estudiantes y docentes.

Gabriela Anell Bueno Roman – Educadora Encargada del Ambiente de Desarrollo de Habilidades Educativas y Sociales

Referencias 

Carpena, A. (2013). Crecimiento emocional en el aula. En P. Darder (Coord.). Aprender y educar con bienestar y empatía. La formación emocional del profesorado (pp. 69-101). Barcelona: Ediciones Octaedro.

Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P. (2004). La importancia de desarrollar la inteligencia emocional en el profesorado, Revista Iberoamericana de Educación, 33 (8). 1-10

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